Hemos coordinado una cena para una empresa tecnológica con aproximadamente 200 empleados.
La empresa quería salir del típico restaurante y optamos por un sótano único, un espacio que ofrece una vivencia inigualable. Este recinto, que en el siglo XIX albergaba las antiguas bodegas de fermentación, ahora se presenta como una sala privada con la capacidad de adaptarse a eventos de diversas índoles y tematizar su iluminación.
Con una tarima regulable en altura que se transforma en una amplia barra central de bebidas, así como una completa instalación de sonido y audiovisual, este lugar añade una dimensión especial a cualquier ocasión.
Al seleccionar este espacio, nos enfocamos en las necesidades específicas de nuestro cliente, las cuales incluyeron:
En nuestra búsqueda por fortalecer los lazos entre los miembros del equipo, decidimos llevar la participación de los empleados a un nivel completamente nuevo. Durante la cena, sorprendimos gratamente a todos al ofrecer una jam session en la que empleados se unieron para crear música en vivo.
Esta experiencia musical no solo permitió que los empleados compartieran su creatividad y habilidades musicales, sino que también creó un ambiente único de colaboración y solidaridad. Fue un momento donde los compañeros de trabajo se convirtieron en artistas, compartiendo su pasión por la música y sorprendiendo al resto del equipo. La conexión resultante fue más allá de la celebración misma, dejando una impresión duradera y fortaleciendo los vínculos entre los participantes. La jam session se convirtió así en un testimonio vivo de la conexión genuina que existe dentro del equipo.